15 marzo 2011

LAS ERMITAS EN ESPAÑA - Ángel Enrique Cuadrado González



Es curioso escuchar las respuestas de la gente cuando se le pregunta sobre lo más característico o sobre lo que recuerda de su pueblo natal. Algunos hablan de sus fiestas patronales, otros sobre algún producto típico… pero me quiero centrar en ese grupo de personas (en el cual me incluyo) que responde que lo más significativo de su pueblo es la ermita. “… recuerdo aquella pequeña ermita a las afueras del pueblo…“.


Las ermitas son pequeños santuarios o capillas que se sitúan normalmente a las afueras de las poblaciones, principalmente rurales o que lo fueron alguna vez, y que no suelen tener culto de manera permanente. Este hecho hace que, tanto la utilización esporádica de esta edificación como el avance de la despoblación y el abandono de las zonas rurales, sean motivos de abandono y de posterior y paulatina ruindad de la ermita.





Las ermitas no tienen una titularidad reconocida y siempre han sido sustentadas por los ayuntamientos donde se ubican o por los ciudadanos y feligreses desinteresadamente. Esta carencia de titularidad hace que poco a poco se vayan abandonando este tipo de construcciones ya que siempre están en segundo plano frente a las iglesias, que son las que se llevan la mayor parte de aportaciones económicas para su conservación y mantenimiento.

Entidades culturales y asociaciones de vecinos piden constantemente ante Consejerías de Cultura, por un lado, que los Ayuntamiento se impliquen en salvar las construcciones más relevantes y características que dan identidad a su localidad, y por otro lado solicitar aportaciones económicas para restaurar y reutilizar este tipo edificatorio.


La problemática que presenta este tipo de construcción toma dos caminos, dependiendo del entorno donde se ubiquen. Por un lado están las ermitas que se encuentran en núcleos rurales, las cuales también sufren las consecuencias de la despoblación y del abandono de estos parajes. El abandono de ermitas, de parroquias… se incluye al abandono del mismo pueblo y, al no existir entidades ni personas que velen por su mantenimiento, caen en desuso o son víctimas de pillaje y vandalismo. Pocas veces las imágenes de santos y vírgenes que albergan se libran de las manos de los mangantes.

Por otro lado se encuentra las ermitas cuyos núcleos urbanos se han expandido (véanse las ciudades) y han absorbido a la ermita o ermitas que antaño se localizaban a las afueras, y que ahora o pertenece al propio trazado urbano o, lo más extendido, acaban siendo derribadas.


En las siguientes líneas me gustaría aplicar esto último a ejemplos concretos y cómo, desde mi punto de vista, sería posible una recuperación de estas edificaciones.


El primer ejemplo es la ermita del Espíritu Santo de Muros de Nalón, en Asturias. Está situada en un mirador desde el cual se puede disfrutar de la playa del Aguilar y de unas vistas espectaculares, entre acantilados y rodeado de costa. Es una ermita de planta cuadrada, con un pequeño pórtico en la fachada principal y dos pequeñas ventanas en sus laterales. Dentro se ubicaban muestras escultóricas y pictóricas, quedando actualmente solo el retablo.

En la actualidad la ermita presenta buen estado, estructuralmente hablando, con muros y carpinterías también en buen estado, pero con el paso del tiempo y el abandono, está sufriendo las secuelas de estar cerrada, paredes con humedades y desconchadas, alrededores con maleza, ausencia de imágenes religiosas salvo el retablo…

Un uso alternativo y poco convencional que se le podría otorgar a esta ermita es su transformación en una pequeña zona de meditación, pero dada la ubicación de la construcción, la solución más conveniente sería rehabilitarla para su transformación en un centro de visitantes, de encuentro entre senderistas, ya que a la zona llegan bastantes turistas y el enclave es de interés naturista, con amplios merenderos y numerosas rutas de senderismo que bordean el litoral asturiano y parten desde este punto. La planta presenta la dimensión adecuada para su transformación y la inversión económica para su puesta en marcha sería muy reducida, limitándose su actuación al acondicionamiento interior y consolidación de paramentos verticales y horizontales, tanto interiores como alrededores.






El segundo ejemplo que me gustaría presentar es una de las ermitas de la localidad donde resido, y es la ermita de San Isidro (padres reparadores) de Torrejón de Ardoz, en Madrid. Se trata de una pequeña ermita, antes a las afueras de la localidad, que con el paso del tiempo la ciudad ha ido embebiendo, incluso construyéndose a su lado una terminal de autobuses. Posee una planta de cruz latina y durante años ha presentado un buen estado, oficiando escasos oficios actualmente.

El actual equipo de gobierno ha derribado la antigua terminal de autobús anexa y una carretera que la circulaba para transformar toda la zona en un amplio y cuidado parque, pero con carentes bancos, aunque cabe destacar que de nuevo ha retomado el uso que ha poseído siempre como templo.

El pero de la intervención reside en que uno de los laterales posee una línea de máquinas de aire acondicionado, hecho inexplicable ya que el muro de cerramiento de la ermita ronda los 80 centímetros, grosor suficiente para mantener una buena temperatura, tanto en invierno como en verano.

Pensar en un uso alternativo ahora no sería viable ya que se está re utilizando el edificio, pero antaño, cuando estaba abandonado, podría haberse utilizado como museo de la ciudad, ya que posee la dimensión suficiente para un pequeño museo de una pequeña localidad y así haber evitado la desaparición de un edificio emblemático de Torrejón para la construcción de dicho museo, ya mencionado en otras líneas.



El último ejemplo que quiero mostrar es la ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia de Soto de Aller, en Asturias. Éste puede que sea el peor caso de los tres expuestos ya que se encuentra en total abandono, incluso estando declarada como BIC (Bien de Interés Cultural). Se encuentra a las afueras de la localidad, en un sendero camino a otra capilla más conocida, como es la de Miravalles.

El paso del tiempo y el abandono han hecho que esta ermita se esté hundiendo debido a la vegetación que crece a su alrededor, incluso en la cubierta. Es de planta cuadrada con un amplio pórtico principal y con espadaña sin campana, y dada su situación sería una ubicación perfecta para rehabilitarla como centro de visitas, al igual que la ermita de Muros de Nalón.

La inversión sería escasamente mayor dada la necesidad de consolidar los muros, pero un punto de encuentro entre la ermita y el santuario de Miravalles revitalizaría la zona, ya que Soto de Aller está poco a poco perdiendo habitantes, al igual que muchos núcleos rurales de la zona asturiana.




En ocasiones la titularidad de la ermita es dudosa, está entre el Arzobispado y el Ayuntamiento. En estos casos se puede llegar incluso a juicio, pero se demuestra en la mayoría de los casos que es el Ayuntamiento y, en particular, los feligreses y desinteresados los que sustentan en todos los sentidos dicha ermita. Ejemplos son la ermita de San Prudencio en Okondo (Álava), la ermita de Garísoain en el concejo de Guesálaz (Navarra)… ejemplos de batallas ganadas por el pueblo y por los concejos para obtener la titularidad de su ermita frente al Arzobispado, alegando que son los propios vecinos de la localidad los que mantienen y administran, sufragan los gastos que conlleva…


Desde mi punto de vista, la solución general aplicable a todas las ermitas empezaría por la incoación del correspondiente expediente para declararlas Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento, y a partir de aquí que fuera el Estado el encargado de velar por sus intereses o tutelando a los Ayuntamientos correspondientes ofreciendo los recursos necesarios, tanto técnicos como económicos. También sería solución que fuesen partícipes determinadas entidades privadas (dadas las pocas subvenciones otorgadas en materia de recuperación) que gestionen la recuperación y el mantenimiento de las ermitas, transformando si es necesario el uso, ya sean puntos de encuentro de visitantes, oradores (independientemente de la religión procesada), museos de identidad…


Es difícil concebir una ermita con otro uso distinto al de la oración, pero ante todo debe primar la recuperación de la edificación, el conservar parte de un modo de construir, de unos ritos que se practicaban hasta hace bien poco por nuestros abuelos. Creo viable que si es necesario cambiarle el uso en beneficio de la conservación que se haga, pues la recuperación no tiene que ver con creencias ni con credos, sino con arquitectura tradicional, pura y dura. Cierto es que si es factible mantener o restaurar la ermita como lugar de culto pues que se lleve adelante, pero si no es viable no deberíamos cerrar puertas a usos alternativos por diferencias de credo o pensamientos colectivos.


No siempre los monumentos son construcciones realizadas hace siglos, o milenios, o por eminencias en materia arquitectónica. Un monumento es reflejo de una época, de una manera de pensar, de actuar… en este caso, las ermitas refleja la ideología de pequeños grupos de personas que se acerraban a la fe en busca de soluciones a situaciones de guerra y hambruna, o pedían una oración por la obtención de una buena cosecha en épocas de necesidad.

También son lugares de celebración de romerías, de fiestas populares, arraigadas o no a la religión. Entonces… ¿por qué perder esta huella de nuestra historia?





Ángel Enrique Cuadrado González.Técnico Superior en Desarrollo y Aplicación de Proyectos de Construcción. Delineante y decorador profesional.
Matrícula de Honor en Postgrado de Conservador Patrimonial por la Universidad de Alcalá de Henares. Actualmente cursando 5º de Arquitectura (especialidad en Patrimonio Urbano y Rehabilitación de Monumentos y Conjuntos) en la Escuela de Arquitectura de Alcalá de Henares (España). el_angel_cuadrado@hotmail.com

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