15 octubre 2016

Ken Yeang: Debemos repensar nuestras ciudades - Yealfred Matheus



"El ser humano debe aspirar a que sus edificios se reconecten con el ecosistema, así sus habitantes podrán reconectarse con la vida" Es el pensamiento de Ken Yeang, el arquitecto de origen Malasio más importante del mundo en diseño ecológico. Ha desarrollado más de 200 proyectos de construcción y torres "bioclimáticas", que han tenido un gran impacto en todo el mundo, fusionando la alta tecnología con principios orgánicos.

El Padre del Ecodiseño, el Dr. Ken Yeang, es arquitecto, planificador, ecologista, autor, teórico y pensador en el área del diseño verde. Tiene un amplio conocimiento en proyectos medioambientales a gran escala y edificios de alto rendimiento que van más allá de los grados generalmente otorgados por certificaciones ecológicas, y reconocido por sus proyectos de alto valor estético. Cuenta además con numerosas distinciones por su trabajo, recibiendo premios tales como el Premio Arquitectonico de Aga Khan, el Premio Internacional de RAIA, el Premio de Priz Claus y el Premio de UIA August Perret.





Ken Yeang es un hombre de nuestro tiempo. Reconoció hace ya 40 años que la población mundial, la industrialización y la tecnología seguirán aumentando, y que el calentamiento global resultante y la contaminación ambiental, afectarían negativamente el equilibrio natural de la biodiversidad y los ecosistemas. El enfoque ecológico aplicado al diseño que le transmitiera uno de sus mentores, Lan Mc Harg, ha producido edificios que será imprescindible estudiar desde ahora.

Su voz tímida cobra un sentido poderoso porque defiende el simple y complejo propósito de salvar el planeta. Ken Yeang señala que las ciudades destruyen la naturaleza. Así de sencillo. Así de terrible. “Debemos repensarlas, rediseñarlas, hacerlas verdes”, indica con su susurro brillante que por momentos acompaña con la sonrisa franca de un cartero que sabe que entrega un mensaje importante. Con esa misma pasividad sigue disparando verdades no debatibles, de esas que provocan que quienes las escuchan asientan en silencio, afinando los tímpanos, pendientes de no perderse ni una palabra.






“Un arquitecto es un ser humano. Y los seres humanos somos una especie más del mundo (la más poderosa). Todas las especies construyen. Las aves construyen nidos. Los castores construyen represas. Los arquitectos construimos edificios. Pero lo hemos hecho de manera equivocada, provocando cosas terribles en el planeta, restándole diversidad, debilitándolo” afirma Yeang. “Nadie puede inventar algo mejor que la naturaleza; la naturaleza es mi mayor fuente de inspiración”.

La solución a este problema merece un enfoque holístico, es decir, integrador de todas las actividades que emprende el humano. La arquitectura es solo una de ellas, y Yeang quiere hacer su parte en este propósito, lográndose posicionar como una eminencia global en la arquitectura sostenible.

Su carrera comenzó al poco tiempo de haberse graduado del colegio, inspirado por su gusto en el diseño y por dos tíos que seguían esa actividad, rechazando así la posibilidad de asumir la profesión de su padre, quien era doctor. 




En cierta manera, Ken Yeang es un médico de sociedades que sufren de una enfermedad causada por su desarrollo. Lleva 41 años a la cabeza de proyectos con un enfoque conservacionista, los cuales al principio le brindaban una imagen de arquitecto hippie, pero que con los años lo convertirían en un personaje que el diario británico The Guardian incluiría en su lista de las 50 personas que pueden salvar el planeta.

“El mayor reto es lograr que las construcciones del ser humano se integren al medio ambiente natural; debe haber una conexión adecuada entre ellas. Deben fusionarse”, señala, definiendo así el ecodiseño que emplea para levantar sus famosos rascacielos verdes. Los edificios sostenibles de Yeang, que se levantan en países como Malasia, China, Singapur y Jamaica, buscan el uso apropiado de los recursos como la energía, el agua y el aire.

“Creo que Guayaquil (Ecuador) es relativamente una ciudad verde. Todo depende de mantener siempre el aire limpio, la tierra limpia y el agua limpia”, dijo: Ken Yeang, a su llegada a Guayaquil, Ecuador, como el disertador principal del Primer Simposio Latinoamericano de Arquitectura y Construcción Sostenible (Eco Construcción).

“Debemos ser autosustentables, no depender de fuentes externas y evitar el desperdicio”, indica con su voz suave, como si compartiera un secreto íntimo, subrayando que para ello debemos imitar a la naturaleza. 




Por ello, sus obras poseen externamente grandes espacios de zonas naturales para suavizar la rigidez del concreto y el metal, pero por dentro son sistemas complejos que sacan provecho a cada corriente de aire que roza la estructura (para ventilar el interior y reducir la climatización artificial), a cada rayo de sol (para iluminar de manera natural los espacios) y cada gota de agua (para proteger tan preciado recurso).

El diseño ecológico no solo se basa en mantener los recursos naturales limpios. Existen otros problemas como la pobreza, la inequidad, la falta de higiene y el suministro de agua contaminada, entre otros, pero eso sucede en todo el mundo. 

Mientras tengamos aire limpio, tierra limpia y agua limpia, los demás problemas serán más fáciles de resolver. Yeang indica que se debe enfrentar el desafío de reconectarnos con nuestro pasado natural, tratando de rescatar algo del ambiente que nos abrazaba con dulzura hace 100 o 200 años al abrir más zonas naturales, plantar especies vegetales nativas e incrementar la biodiversidad en todo sentido posible, para lo cual propone desarrollar largos corredores de vegetación que se integren a la rutina del ciudadano que transita por calles y aceras.

Vale la pena recordar que gran parte de la arquitectura en general es fea estéticamente. Y para el caso, una gran parte de la arquitectura “verde” no siempre es muy verde. A veces, un edificio muy verde en el papel se puede deshacer de lo estéticamente feo.






“Un buen edificio debe ser sostenible ya, las preocupaciones ambientales deben hornearse desde ahora”, respondió Yeang. “La razón por la arquitectura solar en la década de 1970 falló fue porque los edificios se veían como tuberías y, estéticamente, no eran una opción agradable. Si queremos que las eco-construcciones sean aceptables para el público tienen que ser estéticamente bellas”.

 ¿Qué papel juega la estética en todo el proceso? “Nuestra estética es la estética verde. No creo que debería haber edificios de corte moderno, sino que debe haber algo nuevo. La estética verde es algo que estamos constantemente explorando” afirmó Yeang.

Yeang plantea dos cuestiones de estética igualmente importantes. En primer lugar, es importante pensar en una colina, un árbol o una roca, que representan formas naturales, asimétricas y claramente no humanas. Un edificio biomimético seguirá a la naturaleza tanto en apariencia como en función porque en la naturaleza hay irregularidades y un edificio que reconoce la naturaleza en forma puede ayudar a agudizar la conciencia sobre el papel que juega la arquitectura en nuestros espacios urbanos. ¿Cuál es el problema con la arquitectura actual? El problema de hoy es que los edificios no están diseñados ecológicamente. ¿Cuál sería el edificio ecológico ideal? El edificio verde ideal es aquel que contempla la biomimesis y se integra de manera perfecta y benigna con el medio natural, en sus 3 niveles: físico, sistémico y temporal.




“El ecodiseño busca que las construcciones del ser humano se integren perfectamente con el entorno natural”. Tal es parte del camino para crear una interacción vibrante, una fusión vital entre la sociedad humana y el ambiente natural, haciendo que las ciudades y los edificios busquen fuentes renovables de energía, ya que, no podemos seguir dependiendo de combustibles fósiles. “Puede sonar casi imposible, pero debemos intentarlo” dice Yeang.

La segunda cuestión apunta ahora al uso de materiales. “Debemos reciclar lo más posible. Si yo le pregunto a ud que adivine cuál es el país con mayor nivel de reciclaje del mundo, tal vez piense que es Alemania o Japón, pero esto no es verdad; es Bangladesh. La gente de ese país considera valiosa cada cosa que utiliza. Y si uno piensa así, entonces deja de desechar los objetos”.



El arquitecto destaca que los hábitats naturales inalterados por el ser humano tienen la virtud de no producir desperdicios, todo se utiliza y es así que el desecho de un organismo se convierte en el alimento de otro. Sin embargo, el hombre ha generado un sistema que produce todo tipo de desperdicios. “Somos una especia que vomita basura, y esos desechos no pueden desaparecer, deben ir a alguna parte, así que terminan contaminando la tierra, el aire o el agua, justo aquello que debemos proteger”.

Las sociedades consumistas aún no entienden que cada objeto que se arroja puede tardar cientos de años en biodegradarse, suponiendo una carga excesiva al planeta, situación que se vuelve más preocupante al observar que compramos el doble de los artículos que realmente necesitamos, Ken Yeang se lamenta, agregando que tal visión se aplica también a los alimentos, que a menudo son desperdiciados sin ningún remordimiento. Un punto positivo es que el debate ha comenzado, indica, permitiendo que haya una veintena de arquitectos como Yeang por el mundo promoviendo este tipo de proyectos.





“Sin embargo, el diseño sostenible aún resulta incomprendido”, dice el experto. “Hay quienes piensan que un edificio es sostenible por usar energía solar o energía eólica, pero es un temas mucho más complejo. Mi generación está aprendiendo de la práctica, nadie nos enseñó, y los actuales estudiantes de arquitectura lo están aprendiendo en las aulas”. Tal evolución provocará que en 10 o 15 años haya una mayor conciencia sobre edificios sostenibles”.

“Estas obras sobre todo buscan brindar placer a las personas, hacer que sus sueños se hagan realidad, porque la arquitectura debe, sencillamente, provocar felicidad”.



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